MALAS NOTICIAS

                                                     Benedicto XVI, Papa de Roma, acaba de asegurar que el Infierno existe. O, con más precisión, el Papa –desmintiendo noticias recientes que aseguraban que “el Infierno” era tan solo una metáfora- ha dicho que el Infierno es un lugar tan real y tangible como Parla, que como todo el mundo sabe es una ciudad que está en el más allá. Y allí las almas de los condenados penan sus culpas por toda la eternidad. Sin embargo, el Papa Ratzinger, que es teólogo de profesión, no ha precisado qué tipo de torturas se les aplican a esas ánimas en pena. ¿Las que ideó Woody Allen en su película “Desmontando a Harry”? El Papa tampoco nos ha informado de los mecanismos fisiológicos (sin músculos, sin nervios…) que producen dolor en esas desgraciadas almas. En cualquier caso, no se espera que el anuncio haga mejorar los comportamientos de los creyentes, que seguirán pecando –más o menos- como lo han hecho siempre. Ya lo dijo Paul Verlaine: “Yo soy ateo, como todo el mundo, pues todo el mundo se comporta como si Dios no existiera”. Y ya metidos en tierras galas, quizá convenga recordar la definición de Infierno que Sartre puso en boca de un personaje de “A puerta cerrada”, su obra teatral: “El infierno son los demás”, lo cual parece más verosímil y, sobre todo, es contrastable.  

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