Si alguien mira hacia su juventud, por ejemplo, yo mismo (1960-1970), consigue hacerlo sin ira y la compara con las de sus hijos (los míos, 1990-2000), se encuentra ante no pocas paradojas: Dictadura versus Democracia, móviles frente a teléfono fijo, ordenadores ante calculadoras manuales… etc., etc. Pero también comprueba que los jóvenes de entonces, cualquiera que fuera su formación profesional, sabíamos con certeza que encontraríamos trabajo, y trabajo fijo, incluso para toda nuestra vida laboral, y los jóvenes de hoy se encuentran ante un futuro laboral incierto y probablemente con empleos por debajo de las cualificaciones profesionales adquiridas. Por eso, la mayoría de los analistas considera muy probable que nuestros hijos, aun con mejores y más modernas formaciones, ganarán menos que sus padres y vivirán peor.
Lo estamos viendo al comprobar la edad de nuestros hijos a la hora de abandonar el domicilio familiar, a lo cual se unen unas elevadísimas tasas de paro. En fin, si se quiere evitar ese desastre, se habrán de construir mecanismos de solidaridad y redistribución que hoy son inexistentes. No es razonable que el avance que representa para la Humanidad la sustitución de seres humanos por robots en los trabajos más repetitivos y más duros vaya acompañado de una caída paralela en salarios y en estabilidad en el empleo.
En lo que sí están mucho más adelantados hoy los jóvenes respecto a sus padres es en el campo erótico, pues lo comienzan mucho más temprano y esa “libertad de costumbres” se debe en buena parte al porno tempranero. Nos lo acaba de recordar Rosa Montero:
»La llegada de Internet convirtió el porno online en un material totalmente accesible, en la intimidad de tu ordenador o incluso de tu móvil. Lo cual ha hecho que en tan solo 20 años la educación sexual de las nuevas generaciones haya cambiado de forma radical. Y esa mudanza ha pasado inadvertida hasta hace muy poco. Hoy ya es un fenómeno masivo: según un estudio de la Universidad de las Islas Baleares, el 25% de los adolescentes españoles han visto porno antes de cumplir los 13 años. Chicos y chicas.
Otro efecto perverso del porno, según el informe que presentó la Fiscalía General del Estado, son los delitos sexuales, que han experimentado un incremento del 23,2%. La Fiscalía muestra una preocupación especial por las violaciones en grupo, un delito atroz que se ha convertido, dicen, en un “fenómeno” y consideran que está relacionado con el porno online.
¿Y cómo se cuidan de los peligros contra la salud que suele traer consigo este trasiego sexual? Según la Fundación Española de Contracepción, el uso del preservativo ha pasado en 10 años del 66 al 52%. Un 10% no usa nada y lo dice claramente y un 18,7% hace la marcha atrás, una práctica peligrosa y con una alta tasa de fallos.
Según los datos del Ministerio de Sanidad, las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) no hacen sino crecer. Por ejemplo, en 2017 la gonorrea experimentó una fuerte subida –pasó de 6.331 casos en 2016 a 8.722-y tuvo su tasa más elevada en el grupo de 20 a 24 años.
No es de extrañar, por tanto, que el 68,5% de los encuestados considere su propia educación sexual “insuficiente”.
*Publicado en El Economista