Una diputada laborista, enfadada por el discurso que estaba pronunciando Churchill, lo interrumpió para decirle: -Si usted, señor Churchill, fuera mi marido, le pondría veneno en el café. -Y si yo fuera su marido… –contestó el Primer Ministro con parsimonia- me lo tomaría. Pérez Madrigal, uno de los parlamentarios llamados “jabalíes” en las Cortes de la II República, interrumpió un discurso de Indalecio Prieto con estas palabras: -Buen socialista está usted hecho, llevando como lleva calzoncillos de seda. -No sabía que su señora fuera tan indiscreta –remachó don Inda.
Archivos diarios: 26 octubre, 2007
1 entrada