La demografía, hermano

Preocupados como andamos todos a causa de la coyuntura económica, la deuda externa, las reformas laborales y otros sustos diarios, podría hoy proponer a los lectores una alegre reflexión sobre la primavera y sus destapes, pero no lo haré. A cambio, plantearé algunas preguntas acerca de nuestro futuro, con un horizonte temporal cuyo final ya no veré, pero mis hijos sí. Me refiero al año 2050, y más concretamente –por razones técnicas con las cuales no les aburriré- ese horizonte se termina el 1 de enero de 2049.

¿Cuántos habitantes tendrá España en esa fecha?
Según las proyecciones realizadas recientemente por el INE, bajo hipótesis muy razonables: leve y persistente subida de la fecundidad, caída de la mortalidad (esperanza de vida al final del periodo de 84,3 años en los varones y 89,9 en las mujeres) y saldo migratorio moderado (90.000 entradas netas anuales), el resultado es el siguiente: en España el 1 de enero de 2049 habrá 47.967.00 habitantes, es decir, en números redondos, 48 millones de personas, de las cuales el 32%, es decir, casi un tercio, habrá cumplido los 65 años. Que un tercio de la población española llegue a ser –según los parámetros hoy en uso- “jubilable” resulta preocupante, pero si calculamos cuántos potencialmente activos (población de 20 a 64 años) habrá por cada “jubilable”, la cosa se complica más. Veámoslo: el 1 de enero de 2009 había 6 potencialmente activos por cada “jubilable”; en 2049 serán 3,1.

Se me podrá decir que si las hipótesis del INE se cambian, también variarán los resultados… y es cierto, pero no tanto. Veamos: supongamos que la fecundidad sube más que lo imaginado por el INE. Concretamente hasta llegar a 2,1 hijos por mujer en 2048. Pues bien, el índice de envejecimiento bajaría del 32 al 30% y el número de “activos” por “jubilable” pasaría de 3,1 a 3,3. ¿Y si multiplicamos por 2 el saldo migratorio? Pues el envejecimiento bajaría al 29% y el número de “activos” por cada “jubilable” subiría a 3,4.

En conclusión: los cambios demográficos son bastante más inexorables de lo que se suele creer y Europa, con España a la cabeza, debería estar ya preparándose para afrontar ese duro reto.

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