SE SABRÍA

 

La noche pasada, mientras velábamos el cadáver de Fernán-Gómez en el Teatro Español, un contertulio, hablando de los amigos y colaboradores del cómico recién fallecido, sacó a colación el nombre de Manuel Pilares, el escritor asturiano, muerto hace ya algún tiempo. Pilares, por ejemplo, había sido guionista, junto a Fernán-Gómez, de dos películas dirigidas por éste que obtuvieron un gran éxito de público. Me refiero a “La vida alrededor” y a “La vida por delante”.
Manolo Pilares, hijo de ferroviario, había sido un niño, gafoso y ratón de biblioteca, enganchado desde los seis años a la lectura. Una lectura compulsiva que ponía nerviosa a su madre: “Manolín no leas tanto que te vas a desojar”, así solía recriminarlo.
Un día, la madre comprobó que el muchacho se inclinaba sobre un grueso volumen depositado en la mesa de la cocina y mientras revolvía la fabada que había puesto al fuego le preguntó:
– Manolín ¿qué estas leyendo ahora en ese especie de ladrillo?
– Es un libro de Filosofía mamá- contestó el chaval.
– ¿Y eso para qué sirve, Manolín?- inquirió la mujer.
– Por ejemplo, para saber si Dios existe o no existe- abrevió el chico.
– ¡Manolín!- dijo la madre, levantando la voz- Si Dios existiera, se sabría.

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