Confirmando el apotegma castellano según el cual “no hay mal que cien años dure”, Georges W. Bush se esfumará de la vida pública el próximo noviembre. Y uno no puede por menos que poner en duda las virtudes de un sistema electoral que aupó tan alto a un personaje tan ramplón. Sin embargo, el sistema electoral norteamericano es –con toda seguridad- el menos malo de los existentes. Para comenzar, el sistema americano mejora claramente al europeo, que apostó, hace ya muchos años, por “una democracia de partidos” (García Pelayo). Unos partidos que -más temprano que tarde- han acabado por secuestrar la democracia participativa, negándola incluso a sus propios afiliados. Es en ese sentido en el que las primarias y la elección directa norteamericanas resultan envidiables… con unos partidos que aparecen en […]
Archivos diarios: 18 febrero, 2008
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