Historia y mentira

En Cataluña, convenientemente lubricadas con el dinero de la Generalidad, existen múltiples instituciones dedicadas a dar brillo a las aspiraciones separatistas. Una de ellas se llama Institut Nova Historia y en días pasados realizó un simposio en Arenys de Munt. Dos de los brillantes “historiadores” allí reunidos se llaman Jordi Bilbeny, quien sostiene que el Lazarillo no era castellano sino de la Marina Alta, y Víctor Cucurull, quien también es uno de los jefecillos de la ANC, la organización encargada de montar las manifestaciones del 11 de septiembre.
El simposio no tuvo desperdicio y así lo recogió Cristian Segura en una notable crónica del evento. Otro “historiador”, Codinas, y el citado Bilbeny sostuvieron allí que Leonardo da Vinci era catalán, y la Mona Lisa, en realidad, era Isabel de Aragon. También las montañas que aparecen en los cuadros de Da Vinci son, según ellos, las de Montserrat.
Manuel Cuyás (biógrafo de Jordi Pujol) dijo que Cristóbal Colón era catalán y también lo era Cervantes (Miquel Sirvent). Francesc Jutglar, mediante unos cálculos estadísticos, “demostró” que también eran catalanes quienes descubrieron América. Por otra parte, Lluis M. Mandado dejó claro que el Quijote había sido escrito en catalán y luego traducido, primero al inglés y luego al español.
Ese genio llamado Víctor Cucurull volvió a repetir allí sus conocidas teorías según las cuales también Américo Vespucio, Santa Teresa de Ávila, San Ignacio de Loyola, Hernán Cortés y Bartolomé de las Casas eran catalanes. Además, Carlos V no se retiró a Yuste, qué va. “¿Cómo se le puede ocurrir al amo del mundo irse a un rincón perdido a joderse de asco? En realidad, Carlos V se retiró al monasterio jerónimo de la Murtra (Badalona)”.
Pero lo malo no es que estos orates se reúnan –con los gastos pagados por la Generalidad- para contarse sus disparates. Lo malo es que la ideología nacionalista ha invadido la historiografía catalana, destruyendo una de las mejores escuelas de historiadores.

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