Los griegos ya habían constatado que la democracia directa conducía al imperio de la demagogia. Hay a este respecto una historia ilustrativa y trágica: La batalla de las islas Arginiusas fue la última victoria naval de Atenas en la guerra del Peloponeso. Aun así, se perdieron doce trirremes con sus tripulaciones porque un violento temporal impidió su rescate. En la Asamblea, los demagogos se apresuraron a lanzar contra los estrategas victoriosos el dolor generado por aquellas muertes y la Asamblea, presa de la histeria, los quiso juzgar, pero se negó a juzgarlos individualmente, como exigía la ley. Sólo unos pocos, entre ellos Sócrates, se opusieron al clamor popular, pero en vano. Cito a Jenofonte: »Luego condenaron por votación a los estrategas que participaron en la batalla naval, que eran ocho. Fueron ejecutados los […]
Archivos diarios: 28 septiembre, 2012
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