Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
La antipolítica crece en el sur de Europa al ritmo de los recortes sociales que como consecuencia de la crisis se les han impuesto a esos países. La expresión más nítida y preocupante de esta plaga han sido los resultados electorales de Italia (25 de febrero de 2013). La resurrección de Berlusconi y la irrupción de un cómico (y como tal, prestigioso) llamado Beppe Grillo son los hitos que señalan el camino de esa anti-política. Y es que los ataques contra las economías domésticas de las capas medias se convierten, casi inexorablemente, en inestabilidad democrática.
No parece que en España exista ni vaya a existir en el próximo futuro un espacio político propicio a ningún Berlusconi, pero la conjunción entre la crisis económica y la crisis del PSOE sí puede estar abriendo un espacio a para un Beppe Grillo carpetovetónico.
Si a uno le sobra tiempo y acude a las apodadas “redes sociales” (lugares en que toda ocurrencia y toda descalificación tienen asiento), se encontrará allí el caldo de cultivo para que nazca ya el ácrata-salvador que, de un plumazo, nos saque de todas nuestras miserias y acabe de una vez con los políticos (“Mátalos a todos y que Dios recoja a los buenos”), con los banqueros (“Todos criminales”, en palabras de Ada Colau) y, cual nuevo Pavía, se suba a su caballo y cierre el Congreso (“Nido de malhechores”, según una consigna de los “indignados”).
Pero, ¿hay ya aspirantes a convertirse en Grillo? Me temo que abundan, y el más espabilado y oportunista de ellos acabará apareciendo por cualquier esquina enarbolando la guadaña salvadora. Para hacer boca, podríamos proponer a Baltasar Garzón (si es que sus amores con Cristina Fernández, la viuda de Néstor Kichner, le dejan tiempo para estos menesteres) o a Willy Toledo, que tiene materia para ello (aunque esa materia no sea precisamente gris).
Me imagino cuán cachondas se van a poner las redes sociales cuando haga su aparición ese “Grillo” español y se ponga a trinar.
