El PSOE sobre el Viaducto

Recibo un correo de un viejo compañero del PSOE que ha sido delegado en el congresillo celebrado en Madrid el sábado 21 de enero.
“Han asistido –me informa- un buen número de compañeros jóvenes (de 20 a 24 años), que han intervenido en las ponencias con buen criterio y con discursos, a menudo, brillantes. No trasmitían consignas sino ideas bien fundadas. Para mí, un  descubrimiento y una experiencia muy agradables.
También se refirió a uno de esos jóvenes:
“Un joven, de nombre Pablo, inspector de hacienda, que fue presidente de la comisión 2 de la Ponencia Marco, me pareció un compañero con una formación (profesional, política e intelectual) muy relevante y una visión muy clara de la imposición fiscal como herramienta de redistribución de la riqueza.
Y mi amigo se pregunta:
“¿Cómo es posible que entre los candidatos para ir al Congreso de Sevilla no hubiese sitio para ninguno de los jóvenes que habían trabajado en las comisiones (y por lo tanto en el estudio y discusión de la Ponencia Marco), ni siquiera para Pablo? Las dos candidaturas estaban repletas de representantes del Pleistoceno Inferior.
Termina con un espanto y una recomendación:
“Ya he oído esta mañana la lucha de cifras entre los respectivos equipos de los candidatos. ¡¡¡Qué vergüenza!!! ¿No les podían decir a sus respectivos portavoces que dejen ya de joder con la pelota, que esas cosas no se dicen, no se hacen, no se tocan? En definitiva, que se callen de una puta vez.
Me alegra que en PSOE haya personas jóvenes que acuden a la política sin intención de convertirse en oblatos, aunque no vayan a estar en el Congreso de Sevilla… y, mientras, me malicio, crece el riesgo de suicidio colectivo que, a mi juicio, se producirá si se vuelve a tropezar en la misma piedra del año 2000. La piedra de la incompetencia y la improvisación que hoy representa Carme Chacón con su conocida (y repetida) fanfarria zapateril: ilusionante, optimista, joven, valiente, femenino, tiempos nuevos,… las palabras mágicas con las que se nos quiere tratar otra vez de pardillos.
Desgraciadamente, los males que hoy aquejan al PSOE no se curan con un par de fotos, tres eslóganes o seis paños calientes, sino que necesitan de una larga y tenaz terapia. Hay que abandonar las ocurrencias y volver al redil de la seriedad y el rigor que le es exigible a un partido de Gobierno. Y no son propias de un Partido de Gobierno, por ejemplo, chaladuras como la del nuevo Estatuto de Cataluña o amenazar al Tribunal Constitucional (a eso llegaron Montilla y Chacón si éste no aceptaba en toda su literalidad el desgraciado Estatuto).
El PSOE haría bien en olvidarse de aventuras para dedicarse a repintar sus blasones socialdemócratas. Es preciso acabar con el “vuelo gallináceo” (corto y picoteador). Es hora de pensar en el futuro colectivo y no en el medro personal.

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