En el año 2012 (excluyendo las ayudas a la banca) las Administraciones Públicas españolas gastaron, respecto al PIB, el 15% menos que el promedio de gasto en la UE, ocupando el puesto 22 en el ranking de mayor a menor gasto, por detrás, por ejemplo, de Eslovenia, Hungría o Letonia. Durante los primeros años de la crisis actual, el PIB cayó en España, pero menos de lo que cayó en el promedio de los países de la UE. Sin embargo, la recaudación fiscal cayó ocho veces más de lo que cayó, de promedio, en los países de la UE. En concreto la recaudación en España bajó casi 6 puntos del PIB y en la UE –de media- cayó menos de un punto. En ningún país, incluida Grecia, se dio una caída tan grande en la recaudación. En otras palabras, si la recaudación en España hubiera caído igual que en el conjunto de la UE no hubiera habido “recortes” tan drásticos ni primas de riesgo amenazadoras.
España (2012) sigue recaudando –respecto al PIB- menos (un 25% menos) que lo que se recauda, de promedio, en los países de la UE, incluso Grecia y Portugal recaudan un 10% más que España.
¿Eso significa que hay que subir los impuestos? Para quienes los pagan desde luego que no, pero es que hay demasiada gente en España que no paga lo que debería pagar, usando de la evasión, la exención o utilizando una ingeniería fiscal propiciada por una legislación profusa, difusa y confusa.
Las rentas de trabajo (las que se ingresan a través de una nómina) no se escapan al IRPF, pero el porcentaje de las rentas del capital mobiliario e inmobiliario que cotizan por IRPF tan solo son, respectivamente, el 39% y el 45%. Por otra parte, las rentas sujetas al régimen de estimación directa y las que tributan en régimen de estimación objetiva lo hacen tan solo un 53% y un 55%, respectivamente.
Evasión, exención y confusión (legal): he ahí las tres plagas fiscales que España debe erradicar si es que se quiere salir con dignidad del agujero. Tres monstruos que los sucesivos gobiernos han dejado crecer desde hace años con gran irresponsabilidad política.