HUMO, MUCHO HUMO

José Blanco

José Blanco, Secretario de Organización del PSOE, olvidándose  (sólo por un momento) de fustigar -con su preciso y siempre ilustrado verbo- a su paisano Rajoy, nos ha soltado en Alcalá una encendida regañina dirigida a los afiliados del PSM, conminándonos a superar “viejas recetas y discursos trasnochados”. “Si un partido no cambia, la sociedad lo manda directamente a la oposición”, añadió el líder. “La sociedad no vota a quienes sólo se miran a sí mismos”, advirtió a los navegantes del PSM. “Los ciudadanos no perdonan a quienes no dan una respuesta a sus necesidades e inquietudes”, concluyó.
La primera pregunta que viene a la mente después de escuchar a José Blanco soltar esa soflama por la radio es la siguiente: ¿a quién dirige sus críticas este hombre? Porque, al hablar de viejas recetas y de discursos trasnochados, no estará pensando –hemos de suponer- en quienes ganamos varias veces las elecciones en Madrid.
¿Contra quiénes dirige sus dardos entonces? ¿Quizá contra su amigo Balbás o contra Tamayo y Teresa Sáez, los dos pajaritos que él y Rodríguez Zapatero impusieron en las listas para la Asamblea y que en el verano de 2003 dieron la espantada, quitándole la presidencia a Rafael Simancas? Tampoco creo que las críticas se dirijan a ellos.
La arenga alcalaína de Blanco es –pienso yo- una cortina de humo. Una forma de sacudirse las pulgas, una manera de no querer asumir resposabilidades, a saber:
1. Que Rodríguez Zapatero, como cabeza de lista, no ha ganado nunca en Madrid y que –añado yo- por el camino emprendido jamás ganará.
2. Que los paracaidistas enviados por Zapatero como salvadores de los náufragos del PSM (Trinidad Jiménez y Miguel Sebastián) hicieron, simplemente, el ridículo ante las urnas. Quizá por eso se les ha premiado, respectivamente, con una Secretaría de Estado y un Ministerio.
 Dejemos las cosas claras: el mensaje que Blanco nos envía es sencillo: si ZP pierde en Madrid no se debe a sus ocurrencias (como el Estatuto de Cataluña) ni a sus giros (el último a propósito de la inmigración) sino a lo mal que trabaja el PSM, que está lleno de “viejas y trasnochadas ideas y actitudes”. Vamos, que para José Blanco la culpa es de “lo viejo” y nunca de ZP. Un ZP que se ha erigido en el más cualificado representante del “nuevo socialismo”, ése que reclama para sí el púlpito desde el cual se predica la novedad permanente.
 Mas la realidad es muy otra y el PSM estará en condiciones de ganar algún día las elecciones si –entre otras cosas- se niega a ser una sucursal de tercera bajo el mando a distancia de Blanco y de ZP y comienza, de una vez, a enseñar la patita de su autonomía respecto a la apisonadora del tándem Ferraz-Moncloa.
Claro que para eso hay que echarle valor y empezar a pensar por cuenta propia.
En otras palabras, los líderes del PSM que salgan elegidos en el próximo congreso deberán practicar algunas elementales recomendaciones cuarteleras. Por ejemplo:
“Del jefe y del mulo, cuanto más lejos, más seguro”.
O esta otra:
“El que pregunta se queda de cocina”.

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