Inmersa en una crisis que amenaza la existencia misma del euro, la Unión Europea se dispone a tomar decisiones que afectarán seriamente al futuro de Europa y su economía. El llamado paquete de «gobernanza económica», ahora sobre la mesa, constituye un reto sin precedentes para los valores y principios fundamentales que sostienen nuestro futuro común: solidaridad, justicia social, igualdad de oportunidades y desarrollo sostenible.
Las elecciones ideológicas -que se tomarán en nombre de la disciplina presupuestaria necesaria en tiempos de crisis- pondrán en peligro tanto la cohesión social entre europeos como nuestra capacidad común de acometer una transformación ecológica de nuestras economías. En particular, estas opciones acarrean el riesgo de sacrificar a toda una generación de jóvenes en muchos de los Estados miembros. Estos jóvenes están siendo duramente castigados por el desempleo. Cada vez se sienten más excluidos y rechazados en lugar de ver que pueden participar activamente en la construcción de su propio futuro.
Está claro que asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas es un objetivo político vital. Las finanzas públicas son un instrumento clave para avanzar en nuestros intereses comunes, tales como la cohesión social o la protección del medioambiente. Es cierto que la actual crisis ha dañado considerablemente las cuentas públicas en Europa. Pero incluso si el sector público debe asumir su parte de responsabilidad, sus causas se encuentran ante todo en el sector privado: el aumento de la desigualdad salarial, la excesiva deuda privada y las burbujas especulativas creadas por un sector financiero irresponsable.
Las medidas anunciadas no responden a esas dificultades. Al contrario, son injustas, ineficaces e inapropiadas.
Rompiendo con la idea de un futuro común, nos devuelven a una época que creíamos superada para siempre: una época de exacerbado nacionalismo, de escandalosa injusticia social y de toda suerte de extremismos. Estas medidas convertirán la crisis económica en una crisis política.
La ciudadanía europea necesita despertar cuando aún hay tiempo de actuar. Necesita renovar su compromiso con los valores fundacionales de Europa, en el espíritu de un futuro proactivo y compartido.
Nuestras sociedades no sobrevivirán a años de declive económico y social, consecuencia de unas políticas de austeridad ciegas. Esta lógica haría recaer en los asalariados el peso de la crisis, a través de recortes salariales. Al contrario: aprendamos juntos las lecciones reales de la crisis. Por todas partes, los especuladores se han beneficiado de la ausencia de normas y de sólidos mecanismos de vigilancia. Forzar a los gobiernos europeos a tragar una severa dosis de la medicina de la austeridad y tocar los salarios sólo acentuará la debilidad, no traerá la cura. Además, tratar de endurecer las sanciones sólo alimentará la hostilidad entre los países. La eurozona debe defender su moneda común y debe apoyar sin fisuras a los miembros que atraviesan dificultades, porque resulta vital para toda Europa.
Es hora de que las mayorías conservadoras del Consejo de Ministros y del Parlamento Europeo se den cuenta del error del camino que han emprendido. En estos momentos de dificultades para la ciudadanía europea, necesitamos mostrar audacia e imaginación proponiendo una respuesta política novedosa y original.
Es posible retomar el control de las finanzas públicas sin sacrificar nuestro desarrollo económico ni la inversión en áreas como la educación, la investigación o las energías renovables, y sin alimentar la injusticia y la exclusión social. Podemos encontrar el margen de maniobra presupuestario necesario si somos innovadores y valientes. Para que eso suceda, todos los Estados miembros de la UE deben antes participar en este esfuerzo común: tanto los países con superávit tanto como aquéllos con déficit comercial. Todos los países deben proteger la inversión productiva pública de la austeridad presupuestaria. Deberían crear eurobonos para absorber parte de la deuda de los Estados miembros y para reducir su coste total.
También deberían sentar las bases de una fiscalidad europea que asegure recetas justas, eficaces y duraderas.
Se trata de reducir la carga fiscal a los ingresos del trabajo y de aumentar la de los ingresos del capital. Se trata de combatir eficazmente el fraude fiscal, de crear un sistema impositivo favorable al medioambiente, y por último, de introducir un impuesto a las transacciones financieras. Los gobiernos europeos han de asegurarse de que los altos salarios e ingresos del capital contribuyen de manera justa al esfuerzo general de la consolidación presupuestaria, para evitar que la carga caiga en aquellos con ingresos bajos o medios.
No consiste en dar soluciones simples o irresponsables, sino en poner en marcha un plan de modernización económica, con la ayuda de políticas responsables, equilibradas e inteligentes que respeten íntegramente los valores que sostienen el proyecto europeo.
Apelamos a todos aquellos y todas aquellas que comparten nuestras convicciones a que hagan campaña con nosotros, que firmen este llamamiento, para dotar a Europa de una política diferente para salir de la crisis. Una política que fortalecerá a la unión, en vez de debilitarla aún más.
El manifiesto lo firman personajes como Jacques Delors, Josep Borrell, Mario Soares, Daniel Cohn-Bendit, Martine Aubry, Massimo D´Alema…. y propone cosas razonables y evidentes: creación de eurobonos para reducir la carga de la deuda pública a bajo coste, aumentar la fiscalidad del capital y reducir la de los ingresos del trabajo, combatir eficazmente el fraude fiscal, establecer una tasa a las transacciones financieras y crear un sistema impositivo que favorezca la sostenibilidad y el medio ambiente, etc. En este enlace:
http://www.changeforeurope.eu/es