Discriminación laboral

Se dice –y con mucha razón- que el paro juvenil es uno de los más graves problemas de nuestro país pero eso no debe hacer olvidar que el paro de larga duración recae como una losa sobre las personas activas de 55 años y más. El año 2017 el 14,6% de los parados era de esas edades, proporción que cinco años antes estaba en el 8,5%. En concreto, el 70% de los desempleados de esas edades llevaba más de un año en paro. Mientras que el desempleo cayó un 10,8% en el primer  trimestre de 2017 y el mismo trimestre de 2018, los desempleados de 55 y más sólo han visto descender el desempleo un 1,2 %, muy por debajo de la media.

Un informe que acaba de publicar la Fundación Adecco pone de manifiesto no sólo esta deriva, también una auténtica discriminación en contra de los activos de mayor edad. En efecto, un 65% de los reclutadores opina que el profesional senior no encajará en la empresa porque sus conocimientos son obsoletos y la mayoría de la plantilla es joven. Por eso el 52% de esos reclutadores admite descartar los currículos de los profesionales mayores de 55 años. Además, un 18% de los reclutadores cree que los maduros piden un sueldo mayor. Siete de cada diez profesionales de Recursos Humanos no ha seleccionado jamás a un solo trabajador de 55 años o más.

Francisco Mesonero, director general de la citada Fundación, ha escrito que “es significativa la cronificación de su desempleo y encuentran grandes dificultades para colocarse o reengancharse al mercado laboral, con lo que no consiguen abandonar las listas del paro”.

Todo ello conduce, en muchos casos, al trabajo en la economía sumergida, al quedar estos profesionales desprotegidos y expuestos a la precariedad y a la exclusión.

Adecco propone medidas como las que ya se están llevando a cabo en otros países. Además, una mayor penetración en el mercado laboral de las agencias de colocación podría servir para la reducción de la economía sumergida, lo cual supondría –según el informe- unos ingresos extra para el Estado de 3.300 millones de euros.

Hoy se sigue incluyendo el factor edad en las ofertas de trabajo, lo cual resulta inaceptable, sobre todo en un país como el nuestro en el cual el envejecimiento crece a un ritmo alarmante. Por otro lado, en ningún caso la edad garantiza la adecuación del candidato al puesto de trabajo y desechar a un profesional por tener más de 45 ó 50 años es renunciar a la diversidad de valores que un senior puede aportar, entre los que se cuentan la experiencia y la madurez, que crecen con la edad.

Publicado en La Gaceta de Salamanca

 

Deja un comentario