EL ANALFABETO EDUCADOR


De todos los desatinos izquierdistas vividos o vistos en mi juventud, ante los cuales quedé –creo yo- completamente vacunado después de mi paso por el Chile de la Unidad Popular, se me ha quedado fijado en la memoria un cartel. Un pasquín de un partidillo maoísta surgido al calor de la revolución portuguesa de los claveles (abril de 1974). El líder de aquel grupo era un joven enjuto y cetrino, de rasgos vulgares y bigote zapatista que decía llamarse Arnaldo Matos. Aquel muchacho, con el puño en alto, saludaba al proletariado desde unos carteles impresos en rojo con una leyenda memorable, una presentación en sociedad que contenía toda la arrogancia del mundo (arrogancia en el doble sentido de quien se atribuye y apropia de bienes inmateriales que no son suyos y arrogancia como altanería o soberbia). Decía así:
“Arnaldo Matos, el gran dirigente y educador del pueblo portugués”

En el idioma original, en portugués, los términos sonaban aún más grandilocuentes que en español.
Parecerá increíble, pero quien hoy preside la Comisión Europea, Durao Barroso, era entonces seguidor de semejante líder. A la vista de lo cual podría concluirse –en contra de todos los historiadores que en el mundo han sido-: “así no hay quien escriba la Historia”.

 

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