Existe una fotografía, tomada el 20-IX-2012, donde un grupo de personas recibe a Artur Mas a las puertas de la Generalidad y en la cual se ve con cuánto arrobo aplauden algunos “intelectuales” antaño izquierdistas (Salvador Giner, Xavier Rubert de Ventós…), ilustrando con su presencia y entusiasmo lo que Manuel Castells había escrito pocos días antes en La Vanguardia glosando la manifestación de la Diada. Por cierto, en palabras tan tiernas como las siguientes:
» La fiesta multicolor y familiar, con tres generaciones de una familia abrazándose y riendo, las jovencitas pintadas de independencia, los cánticos, los acentos y fanfarrias de pueblos y comarcas, los jocosos gracejos… la calma que da el saber que ya se había llegado, que Catalunya sería independiente…
Y más adelante, y ya en términos políticos, concluía así:
» Artur Mas, que está ejerciendo de líder tranquilo y firme de la transición nacional, convocará elecciones y un Parlament mayoritariamente soberanista llamará a un referéndum, aun al margen de la ley española.
Ya vemos dónde se colocan estos “intelectuales”, “al margen de la ley”, ¿está claro?
Sobre estos disparates, el historiador Santos Juliá ha escrito:
“Los intelectuales que arropan ahora al Presidente de la Generalidad jamás pensaron que su revolución tuviera algún día el nombre de nación… a base de inventar burdas ficciones históricas y absurdas caricaturas del enemigo… Una revolución que no se dirige contra el poder, sino desde el poder… para ocuparlo en su totalidad”.
Otro historiador, José Álvarez Junco, ha explicado estos cambios de chaqueta:
“Al común de los mortales la independencia no le reportaría sino inconvenientes; en cambio, sería indiscutiblemente beneficiosa para las élites político-intelectuales. Pasar de autoridad local a jefe de Estado suscita, y se comprende, gran entusiasmo”.