Respuesta

La corona de espinasRespecto al artículo «Castristas» se han recibido en este Blog algunas críticas que se pueden resumir en la pregunta siguiente:«¿Cómo puedes proponer que se entregue el Gobierno de la Generalidad a CiU»?

Pues bien, la argumentación en torno al binomio izquierda versus derecha sería muy correcta si no tuviera visos de ser, también, una columna de humo que pretende ocultar realidades como las siguientes:

1. El tripartito no sólo fue un fracaso que obligó a un adelanto electoral, su reedición lleva dentro una contradicción flagrante: la de formar equipo entre partidarios y contrarios al Estatuto, es decir, a la norma básica sobre la que descansa la Generalidad con todas sus instituciones.

2. Cómo obviar el hecho de que uno de los socios, aquel que tiene la doble llave de la gobernabilidad, es a) un partido independentista y contrario a la Monarquía y b) está regido por un enredador obsesionado con la identidad nacional (catalana, por supuesto). Estas «amistades peligrosas» –habrá de reconocerse- no benefician absolutamente nada al PSOE en el resto de España.

3. CiU, a través de Artur Mas (¡qué gran vendedor de corbatas ha perdido el Corte Inglés!) ofreció una legislatura «pacificadora». Es decir, de entendimiento dentro de Cataluña y de entendimiento con el Gobierno de España. El entendimiento dentro de Cataluña hubiera significado, supongo, un gobierno sin estridencias neo-liberales y «centrado», también, en los asuntos identitarios. Por otro lado, la muy alta abstención y la aparición del Partido de los Ciudadanos muestran una desafección con el sistema político imperante en Cataluña y una gran coalición podía significar un remedio para estos males que, por mucho que se pretendan ocultar, están ya presentes y con visos de seguir creciendo. Además, el entendimiento del nacionalismo templado con el Gobierno de España hubiera beneficiado a Zapatero.

4. Cualquier descripción de las diferencias entre catalanistas y nacionalistas sería convincente si fuera creíble, pero ¡ay!, no lo es. Salvo que Montilla lo arregle ahora (cosa que deseo fervientemente), el catalanismo realmente operante ha sido el de Rubert de Ventós (la cabeza más confusa de la galaxia) y compañía. Ese de una “Cataluña que ha definido una lengua y una cultura”, esa “Cataluña que ha modelado (?) un paisaje”, la Cataluña de los Maragall (Joan y Pasqual)… En fin, el catalanismo que obliga a los niños con lengua materna castellana a escolarizarse en otra lengua (romance, menos mal).

Esperemos que no aparezca cualquier día por ahí Carod con la corona de espinas… para colocársela a Montilla.

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