Leo que Soraya Rodríguez, la nueva Portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, al oír un comentario pronunciado por Felipe González dijo despectivamente: “Ya vuelve a opinar de todo el abuelo Cebolleta”.
No se trata aquí de defender las opiniones de González aunque, en general, tiendo a estar de acuerdo con ellas, sino de señalar con el dedo el adanismo zapateril, su desprecio por todo lo que ellos consideran “pasado”, del que dan buena muestra este comentario de la diputada por Valladolid y su trayectoria personal y política (una mujer superpromocionada por ZP y su entorno).
A partir del año 2000, el zapaterismo convirtió al PSOE en una finca “exclusiva de los jóvenes”, es decir, del nuevo socialismo, que tantas tardes de gloria nos ha dado. Mas, para imponer lo joven disfrazado de nuevo tuvieron que laminar a los viejos y a lo antiguo, y en eso siguen, como lo demuestra el comentario de la “joven” Rodríguez acerca del “abuelo González-Cebolleta”.
Cualquier empresa que hubiera seguido la política de personal que implantó el PSOE en el año 2000 (promocionar a inexpertos que no habían trabajado nunca y rechazar, como a la peste, el “mérito y la capacidad”) hubiera acabado igual que él: en la quiebra.
Una quiebra política de la cual el zapaterismo se apresuró a culpar exclusivamente a la crisis y también a “no haber explicado bien las medidas tomadas para afrontarla… y a algunos errores en la gestión de la misma”. Además, “entre los votos que ha ganado el PP no hay apenas votos provenientes del PSOE”, eso dijeron.
Poco les importa a estos creadores de eslóganes que estudios post-electorales serios y rigurosos hayan demostrado irrefutablemente que estas afirmaciones de los líderes socialistas eran, simplemente, falsas. En efecto, los recortes de mayo de 2010 sólo explican la pérdida del 13% del que fue electorado socialista en 2008, es decir, el 32,5% de la pérdida total. Por lo tanto, el 67,5% de la pérdida no es imputable a las medidas anti-crisis.
En cuanto a que no hay apenas trasvase de votos desde el PSOE al PP, estamos ante una mentira interesada, pues 1.200.000 personas que votaron al PSOE en 2008 votaron el 20N al PP. Casi tres veces más de los que se fueron del PSOE hacia UPyD (450.000).
Por otro lado, según las encuestas pre-electorales, más del 50% de los votantes socialistas de 2008 sentían indiferencia, incluso esperanza, ante la perspectiva de una victoria del PP.
Ya se ve: no hay peor sordo que el que no quiere oír. Pero ¿por qué no se quiere ver la realidad? La respuesta es bien sencilla: porque no se desea asumir responsabilidad alguna en el desastre.
Si el PSOE quiere salir del hoyo, lo primero que le convendría hacer es una crítica seria del zapaterismo o, al menos, realizar un profundo cambio conceptual, comenzando por deshacer una gran confusión, aquélla que pretende vendernos “lo joven” como “nuevo”. En efecto, el PSOE necesita mucha gente nueva, que no será necesariamente joven (sobre todo si esos “jóvenes” se han educado políticamente en esa escuela –en verdad impagable- de las Juventudes Socialistas). Nuevos serían, por ejemplo, trabajadores que trabajan (liberados sindicales abstenerse), universitarios prestigiosos, ingenieros, arquitectos, informáticos, profesores, médicos, enfermeros, administrativos, secretarios, trabajadores autónomos y otros emprendedores… gente dispuesta a “echar una peonada” compatibilizando ese trabajo político con sus labores habituales (de las que viven).
Por otro lado, el PSOE necesita como el comer una radical reconversión interna, mas no parece que nadie esté dispuesto a ponerle el cascabel al gato. ¿Alguien se atreverá algún día a disolver las Juventudes Socialistas? ¿Quién tendrá la suficiente valentía para cambiar de arriba abajo las agrupaciones locales, donde reside el virus contagioso del burocratismo y la endogamia?
Como en los viejos periódicos: “La solución mañana”.