QUERIDAS «MIEMBRAS»

Humpty- Dumpty
“La ideología dominante es la ideología de la clase dominante”, escribió Karl Marx hace ya mucho tiempo. Pues bien, las fundamentalistas del nuevo feminismo no se han roto la cabeza a la hora de traducir el axioma marxiano y, arrimando el ascua a su sardina, sostienen que la ideología dominante ha sido hasta hoy la del grupo opresor, es decir, la de los varones y esa ideología machista lo ha impregnado todo, desde el lenguaje a la sociología. Por eso es preciso reinventarse un lenguaje no sexista, un intento que puede ser loable siempre que no se caiga, por ejemplo, en esa estupidez  reiterativa (“los vascos y las vascas” del ínclito Ibarreche) con la que se pretende impedir pronunciar los plurales en género masculino.
Es obvio que esta imposición constituye un ataque contra el uso correcto de la lengua, al eliminar el principio de economía expresiva, añadiendo palabras al discurso sin aumentar un ápice su contenido conceptual. Pero hay más.
Los filólogos llaman género no marcado (en el caso del castellano, el masculino) al más abundante (entre otras cosas por ser el género en el que se hacen los plurales). Así, en la mayor parte de las lenguas indoeuropeas, desde el sánscrito al griego, ese género no marcado era el neutro, lo cual no quiere decir que los usuarios prefirieran el neutro (las cosas) a los géneros marcados: masculino (hombres) o femenino (mujeres).
Dentro de las –más bien escasas- lenguas que contraponen géneros (“masculino”/”femenino”) el que uno u otro sea el marcado no tiene relación alguna con los roles sociales de hombres y mujeres. Eso lo saben todos los especialistas en lingüística desde que Karl Brugmann publicó sus estudios en los años ochenta ¡del siglo XIX! Pero a las ideólogas del nuevo feminismo les importa un bledo la lingüística, lo que sí les importa es imponerse. Ya se lo dijo Humpty-Dumpty a Alicia: “Lo importante es quién tiene el poder. Eso es todo”.

 

Deja un comentario